viernes, 13 de marzo de 2009

¿De qué crisis estamos hablando? ¿Cómo impacta en Argentina?

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¿De qué crisis estamos hablando? ¿Cómo impacta en Argentina?

La crisis del capitalismo a escala mundial tiene su
origen aparente en una “burbuja especulativa” que se
desarrolló en los mercados financieros en los países
centrales. Esto significa que los precios de las
denominadas commodities -insumos básicos de la
economía, que incluyen desde la soja y el trigo hasta el
petróleo y el acero- subieron mucho, mucho más de lo
que debían en relación con sus verdaderos costos de
producción. Este proceso fue acelerado por el sistema
financiero que a través del crédito, facilitó la
especulación.
Después de varios años donde los empresarios vieron
crecer desmedidamente sus ganancias, en Argentina y
en el mundo, ahora buscan “ajustar” sus costos. Para
ello, apuntan a reducir el “costo laboral”, buscando
bajar salarios y reducir los planteles de trabajadores. La
crisis no es un fenómeno natural sino una estrategia
del capital para forzar a los trabajadores y trabajadoras
a trabajar más por menos salarios, para trasladarnos
sus problemas.

¿Por qué la economía argentina que
parecía andar “tan bien” hasta 2007
está siendo golpeada por la crisis?

Principalmente, porque luego de los años noventa
nuestro país se trasnacionalizó de tal manera que hoy
la mayoría de las empresas más grandes son
extranjeras, un cuarto de lo que se produce se exporta y
las importaciones representan casi el 20% de la
producción.
Por eso, la caída de los precios internacionales afecta
fuertemente a la producción argentina. El descenso de
las compras de las principales empresas a nivel
mundial, redujeron fuertemente las exportaciones de
manufacturas industriales y agropecuarias. Esto resulta
en una gran caída de la producción en ramas
estratégicas -como la producción de acero, cemento,
textiles, petróleo- con efectos de derrame hacia el
conjunto de las otras ramas.
Nuestro país exporta fundamentalmente derivados a la
soja y los cereales, petróleo y diversos tipos de
minerales -es decir, nuestras riquezas naturales-. Si
bien la suba de precios a niveles de especulación “nos
favoreció” hasta 2008, la brutal caída de los últimos
meses está produciendo fuertes pérdidas.
En 2007 las ganancias por el aumento en los precios de
las exportaciones de los últimos años superaron los 11
mil millones de dólares, la mayoría de los cuales fueron
a parar a unas pocas manos. Ahora, las pérdidas serán
muy importantes y en lugar de hacerle frente con esas
superganancias, los empresarios -con las políticas de
Estado como principal sostén- intentarán que los
costos los paguemos los trabajadores y las
trabajadoras. De nuevo, el viejo cuento de privatizar las
ganancias y socializar las pérdidas.

¿Qué están intentado hacer los
empresarios en este momento?

La receta básica es suspender y despedir. En la medida
que puedan, cortar contratos con trabajadores/as
tercerizados/as o precarizados/as. Además, también
mantener o pedir nuevos subsidios con los que el
Estado asiste a los “empresarios exitosos” con la plata
de impuestos que todos pagamos.
Los despidos ya superan los 40000 en todo el país (Iveco
y Volkswagen en Córdoba, YPF-REPSOL, Aluar, Siderar
en Ensenada, Empai del Parque Industrial de Abasto,
Toledo Curtiembre en Brandsen, Petrobras y Chevron en
Neuquén y Río Negro, Filobel-Febatex en Quilmes hoy
ocupada por sus trabajadores/as, entre otras) y se
multiplican las suspensiones (por ejemplo, Mafissa en
Olmos- donde todos los trabajadores han sido suspendidos,
Siderar San Nicolás, Robert Bosch en San Martin).

¿Y el Estado?

El Estado según el propio gobierno- debería ser el garante
del bienestar de toda la población. Sin embargo, salta a la
vista que como política central, es el garante de los
principales grupos económicos que con él hacen negocios:
las cementeras y constructoras, las petroquímicas y
mineras, las cerealeras y aceiteras, los pools de siembra y
exportadores de granos, los hipermercados y las
distribuidoras de energía, las famacéuticas y empresas de
transporte, las empresas de comunicaciones y
multimedios, las siderúrgicas y automotrices, entre otras.
Las políticas del gobierno promueven la concentración del
ingreso; entre otras cosas, con redistribución de la riqueza
y los ingresos pero al revés: subsidios a los ricos e
impuestos bancados mayoritariamente por los pobres
(como es el caso del IVA e ingresos brutos, impuestos
regresivos por excelencia y principales fuente de ingresos
fiscales nacionales y provinciales). También, con tarifazos
en los servicios públicos y en el transporte que impactan
más en el conjunto del pueblo, que ve como todo sube
pero sus salarios no lo hacen en la misma proporción.

¿No hay nada que se pueda hacer?

Si la cosa sigue por el rumbo que ya está tomando, la
situación promete estar bastante difícil para todos y todas.
Si nos quedamos sentados y divididos, sin hacer nada, lo
más probable es que una vez más, los platos rotos los
paguemos los sectores populares: principalmente, los
desempleados -viejos y nuevos- y los trabajadores/as bajo
salario. Pero también, los pequeños comercios y otros
sectores que viven del consumo de las clases populares.
Por eso, es importante unirnos desde abajo y ver qué
medida colectiva podemos crear o a qué acción sumarnos.
Aunque nunca salgan en los grandes medios (que también
son grandes empresas y atienden su juego), distintos
sectores están haciendo marchas y campañas contra el
tarifazo, por aumento de salarios y contra la precarización
laboral, que facilita los despidos.
Es importante organizarnos, comunicarnos y difundir lo
que hacemos, encontrarnos con otros compañeros y
compañeras para unir nuestra fuerza y empezar a construir
soluciones para el pueblo.

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