lunes, 4 de junio de 2007

Revista La Fragua no. 8 > Asesinan a un maestro en corte de ruta

Carlos Fuentealba nació en Junín de los Andes y llegó a la ciudad de Neuquén donde se desarrolló como profesor secundario de física y química. Carlos era el delegado gremial del colegio secundario del barrio Cuenca XV, una humilde comunidad en la zona Oeste de la ciudad de Neuquén. Sus compañeros de trabajo hablan de Fuentealba como un "tipo solidario" y recordaban que el año pasado había sido elegido por sus alumnos como "el mejor profesor del colegio". Falleció luego de resultar gravemente herido, el miércoles 4 de abril de 2007. Carlos recibió un disparo en la cabeza por una granada de gas lacrimógeno durante una manifestación en reclamo de mejores condiciones salariales, la cual fue cruelmente reprimida por la Policía de Neuquén. Su ejemplo empezó a hablar, a movilizar, a multiplicar la resistencia, a exigir justicia, a hacer memoria. Los maestros y maestras, sus compañeros, continuaron la lección. Señalaron como principales responsables al gobernador, Jorge Sobisch y a sus funcionarios. Pero también recordaron que sus demandas no tuvieron respuestas del gobierno nacional, ni del ministro de Educación, Daniel Filmus, ni del presidente de la Nación, Néstor Kirchner.

Miles de docentes en todo el país marcharon el 9 de abril manifestando su repudio al grito de “CTERA yo te quiero preguntar si hacia falta un muerto para el paro nacional”. Los dirigentes gremiales no escuchan y el gobierno tampoco. No aprenden o no quieren aprender que en este país no se tolera más la represión

No es la primera muerte por luchar que ocurre en democracia. El 12 de abril de 1995, en Ushuaia, era asesinado por la policía provincial el obrero de la construcción Víctor Choque. El objetivo era desarticular la movilización obrera. El gobernador de Tierra del Fuego era José Estabillo. El presidente, Carlos Menem.

Dos años más tarde, el 12 de abril de 1997, la policía de la misma provincia, mataba en Cutral Co a Teresa Rodríguez. La represión era contra la pueblada desencadenada a partir de otra lucha docente, que amenazaba multiplicar piquetes y resistencias. El gobernador de Neuquén entonces, era Felipe Sapag. El presidente, Carlos Menem.

Los primeros crímenes del gobierno de la Alianza fueron en Diciembre de 1999, en el puente de Corrientes, la Gendarmería había asesinado a los jóvenes Mauro Ojeda (18 años, sobrevivía con changas) y Francisco Escobar (25 años, cartonero). Con ellos querían matar la lucha autoconvocada de trabajadores docentes, estatales, del pueblo correntino. Los mataron las balas de los gendarmes al mando de los comandantes Chiappe y Caruso, enviados por el Ministro del Interior Federico Storani a “pacificar” la provincia de Corrientes para que su interventor, Ramón Mestre, pudiera asumir el cargo. La viceministra del interior era Nilda Garré.

Salta es una provincia devastada por las políticas del Banco Mundial que la declararon parte de los llamados "territorios inviables". El término perverso anticipaba el silencioso genocidio neoliberal que produjo los nuevos "desaparecidos" como consecuencia de la desocupación, las enfermedades, la contaminación ambiental, la represión, la depresión, el hambre. Los desaparecidos, comenzaron a aparecer como piqueteros en Jujuy, en Buenos Aires, en Salta; en la Patagonia. Había que pararlos. En Salta, el 10 de noviembre del 2000 fue asesinado en la ruta 34, entre General Mosconi y Tartagal, Aníbal Verón, trabajador mecánico, despedido de la empresa de transporte Atahualpa. Aníbal Verón, de 37 años, fue fusilado con una bala de la Policía provincial, pero la bala apuntaba a desarmar la protesta .El gobernador de Salta era entonces, como ahora, Juan Carlos Romero. La Ministra de Trabajo del gobierno de la Alianza, era Patricia Bullrich. El Ministro del Interior, Federico Storani. El presidente, Fernando de la Rúa.

El 17 de junio del 2001, en la misma provincia, eran asesinados los jóvenes Oscar Barrios y Carlos Santillán. Los asesinatos intentaban detener las luchas populares que empezaban a crecer, el pueblo salía a la calle para ser “visto y oído” al descubrir una herramienta difícil, sacrificada, pero valiosa y contundente los cortes de rutas. Si no hay fábricas que tomar hay que cortar calles, hacer piquetes. La lección de dignidad y resistencia popular se da en las calles y son acalladas con balas.

El 19 y 20 de diciembre del 2001 en todo el país fueron asesinados jóvenes, trabajadoras y trabajadores, desocupados y estudiantes, motoqueros, piqueteros, amas de casa. Aníbal Ibarra era Jefe de Gobierno en la Ciudad de Buenos Aires. Carlos Alberto Reutemann era gobernador de Santa Fe. El gobernador de la provincia de Buenos Aires era Carlos Ruckauf. El Vice gobernador, Felipe Solá. Ninguno se cree responsable.

El 26 de junio del 2002, en la masacre del Puente Pueyrredón, son asesinados nuestros compañeros Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, en una brutal represión que pretendía reestablecer la gobernabilidad, y garantizar el orden del miedo. El presidente era Eduardo Duhalde. El Gobernador, Felipe Solá.

Todos sabíamos quién era Carlos Fuentealba, el maestro de Neuquén asesinado en abril del 2007. Carlos estaba en el corte de ruta, resistiendo, antes había dado clases de dignidad en las escuelas. También sabíamos que Carlos era Teresa, era Aníbal, era Darío, era Víctor, era nuestro pueblo, eran los de abajo, los de la memoria que no tiene punto final, porque tampoco hay punto final para la represión y para la impunidad.

Sabemos también quiénes lo mataron. Los Sobisch, los Romero, los Menem, los Kirchner. Manejan las provincias, que creen suyas con punteros, privilegios, cargos públicos y represión a las protestas sociales. Por eso, es inconsistente el análisis de quienes pretenden separar, las responsabilidades de los gobiernos provinciales de las políticas nacionales.

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